Tuesday, January 09, 2007

La desconfianza es la madre de la ciencia


Teorías… (de la conspiración)


Lo reconozco, ando un poco deprimido. Supongo que como la mayoría de los aficionados a las teorías de la conspiración. Ya saben en qué consisten esas hipótesis. Dan por hecho que una mano negra mueve los hilos de los acontecimientos desde la sombra. Y que nosotros, liados como estamos con mil y un problemas o atontados con el fútbol de marras, no nos enteramos de la misa la mitad. Hace unos días, un voluminosos informe dio al traste con una que ha hecho las delicias del público durante años. Ladi Di, la princesita, no fue asesinada; no se trató de un complot –como creen casi la mitad de los británicos–; no estaba embarazada de Dodi y todo se limitó a un trágico accidente debido a la velocidad y el alcohol. Punto final. Reconozco que yo había imaginado a la adusta reina Isabel sentada en su saloncito de Balmoral, sorbiendo el brebaje de las cinco con el meñique estirado como manda el canon. La veía arquear una ceja y poner cara de cacatúa al leer el informe del servicio secreto… ¿Embarazada, dicen? ¡No puede ser! ¿Un Al Fayed, un egipcio, sentado en el trono de los Windsor? ¡Ah, no, ni hablar! ¿No llevo yo años aquí, aguantando el tipo, para que sea mi nieto, y no el pasmado de mi hijo, el que suba al trono? ¡Arreglen eso, retírenla de circulación!
La cosa daba mucho de sí. Documentales, libros millonarios, tertulias, e incluso una película, The Queen, que repasa esos trágicos días y muestra a una familia más rancia que la estola de visón de Imperio Argentina. Pero no nos preocupemos. Conspiraciones quedan a porrillo. Algunas tienen cuerda para rato. ¿Dónde está el maldito avión que se estrelló en el Pentágono el infausto 11 de septiembre? ¿Por qué no aparece ni un trocito del fuselaje en las fotos? ¿Cuándo se sabrá la verdad de la relación entre los Bush y Bin Laden? ¿Nos dirán algún día, de una puñetera vez, qué misteriosos restos extraterrestres se custodian celosamente en la base Area 51? ¿Existe un plan oculto, judío o sionista, para dominar el mundo? ¿Se cargó el gobierno USA a JFK en Dallas? ¿Dónde está el dedo de Encarna de noche? ¿Quién fue el importantísimo amante de Barbara Rey y otras vedettes? ¿Reinará Leonor o proclamaremos, de una vez por todas, la República de los Estados Reunidos Geyper? Y lo que es más importante: ¿Algún capullo con despacho de caoba y sillón de piel es el culpable de que el Euribor dé más bandazos que una pelota de ping-pon volviéndonos locos a todos?
Caramba, cómo está el patio. La cuestión es buscar a los culpables, a los responsables de este desaguisado cósmico; llamar al orden –como decía Serrat en una canción– a quien proceda; encarcelar a los de Marbella y Andraitx y que doña Maite Zaldívar devuelva la basura industrial ésa que corría por su casa. Caña, señores y señoras, caña al mono hasta que cante en inglés.

Julio Murillo
Escritor y periodista

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