Thursday, February 01, 2007

La arboleda perdida



Largos viajes comienzan con un simple primer paso.
Pequeños actos, significativos, pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos.


Cinco minutos contigo, a oscuras



La noticia corre por internet desde hace algunos días en forma de correo electrónico. Muchos medios ya se han hecho eco de ella. Un grupo ecologista de la vecina Francia, denominado Alianza por el Planeta, ha lanzado una propuesta ambiciosa que consiste en realizar un apagón global masivo, un apagón eléctrico de cinco minutos –el próximo día 1 de febrero, entre las 19.55 y las 20.00 horas–, en protesta por el derroche energético mundial y por el cariz alarmante que están tomando las cosas. En un principio, la iniciativa se limitaba al territorio francés, pues ese día será presentado en París un informe sobre el clima preparado por una comisión internacional científica de las Naciones Unidas –informe que se intuye demoledor–, pero en estos tiempos que corren la información no conoce fronteras, y, amplificada por la red, la acción toma visos de convertirse en una protesta a nivel mundial. Apaguemos el mundo. Cinco minutos en completa oscuridad. Como al principio de los tiempos.

Hace apenas un par de días –a la hora de escribir estas líneas–, el propio George Bush admitió que el asunto del cambio climático es realmente serio y que habrá que hacer algo. No nos confundamos. Esa declaración no implica que Estados Unidos vaya a tomar medidas inmediatas para dejar de lanzar basura a la atmósfera y suscriba los acuerdos de Kioto. No lo hará mientras pueda evitarlo. Es como el chiste del lorito en el barco que se hunde. El pajarraco, al ver cómo se ahogan los marineros, se limita a auparse más y más en lo alto del mástil mientras exclama desdeñoso: “¡que se jodan, que se jodan!”. Y así hasta que, viéndose con el agua al cuello, perplejo y contrariado, admite: “A ver si nos jodemos todos…”.

Aquellos lectores que hayan vivido buena parte del siglo anterior, o conozcan lo que ocurrió a nivel de movimientos sociales, sabrán que, durante los años sesenta, los encantadores hippies, la generación de las flores, los hijos del movimiento psicodélico, se rebelaron contra el sistema. Bob Dylan anunciaba que los tiempos estaban cambiando; Jim Morrison y los profetas del rock exigían que el control del mundo fuera devuelto a las manos de las gentes; por todas partes se reivindicaban derechos y se atacaba frontalmente a los que mueven los hilos de la política y el capital. En mayo de 1968, precisamente en Francia, de la mano del movimiento estudiantil, toda esa oleada de desencanto y protesta protagonizó la mayor revuelta que se recuerda. El sistema se tambaleó. Siquiera ligeramente. Hoy, todos esos rebeldes con causa son burgueses adocenados que languidecen evocando su arboleda perdida con un palo de golf en la mano.

Piénsenlo. Tenemos más medios que nunca para determinar el día, la hora y las condiciones del encuentro, físico o virtual. En teoría podríamos parar el mundo, reconducir las cosas… ¿Qué tal si empezamos apagando la luz cinco minutos?



Julio Murillo
Escritor y periodista

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